Al acabar la Primera Guerra Mundial y tras la disolución del Imperio austrohúngaro, el 1 de diciembre de 1918 nacía el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, un Estado federal balcánico que, con sus diferentes etnias, lenguas y religiones, pasaría a llamarse Reino de Yugoslavia en 1929. Invadido por Hitler en la Segunda Guerra Mundial, tras la victoria del bando aliado -en la que los partisanos comunistas de Tito jugaron un papel decisivo-, el territorio de los Balcanes recibió en 1945 el nombre de República Federal Popular de Yugoslavia.
SEIS REPÚBLICAS EN UNA
Compuesto por seis repúblicas socialistas - Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro- el nuevo Estado funcionó de facto como una federación multiétnica y plurirreligiosa. Su líder, el mariscal Josip Broz ‘Tito, croata y héroe de la resistencia antinazi, ejerció el poder absoluto hasta su muerte en 1980. Durante su mandato, impulsó el Movimiento Internacional de Países No Alineados y convirtió Yugoslavia en símbolo mundial del llamado “socialismo autogestionario”, independiente de Moscú y emblema de la neutralidad durante los años de la Guerra Fría. En 1967, Yugoslavia era el único país tras el hermético telón de acero al que se podía viajar y del que sus ciudadanos podían salir y entrar libremente.
ADIÓS A LA RSS
Cuando el imperio soviético colapsó, en el otoño de 1989, Yugoslavia permaneció unida. Cuando un gobierno tras otro del bloque socialista fueron desmantelados, Yugoslavia siguió en pie, preservando el imperativo de su unión por encima del derrumbe ideológico del comunismo.
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JOSÉ LUIS SAMPEDRO comprometido un escritor
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