RETRATO de MIA HANSEN-LØVE

LA CINEASTA FRANCESA DEFINE SUS PELÍCULAS COMO RETRATOS. REPASAMOS SU FILMOGRAFÍA PARA COMPONER EL SU YO PROPIO

- ANDREA G . BERMEJO

Finales de agosto, principios de septiembre (1998)

ACTRIZ TÍMIDA, MALA CRÍTICA

El síndrome de la impostora acompaña todavía a la directora cuando se le recuerda su pasado como actriz y crítica de cine. Un casting en su colegio, que se moría por dejar atrás, la llevó a actuar en Finales de agosto, principios de septiembre (1998) y Los destinos sentimentales (2000), de Olivier Assayas, con quien tuvo una relación sentimental y una hija. Abandonó su formación como actriz aquejada de una repentina timidez y se pasó a Cahiers du Cinéma, donde descubrió que le costaba mucho más escribir críticas que guiones de películas.

Un amour de jeunesse (2011)

REINA DE LA AUTOFICCIÓN

Mia Hansen-Løve reconoce que su cine autobiográfico surge de su falta absoluta de imaginación. Siempre que ha intentado escribir historias ajenas le parecen deshonestas, quizás por su necesidad de hacer un cine verdadero. Por eso, todas sus películas parten de su propia vida o de las vidas de sus familiares. Es el caso de Un amour de jeunesse, el recuento de cómo su primer desamor adolescente la transformó de una chica melancólica a una cineasta superdotada. “El cine me ha salvado la vida”, ha dicho la directora en alguna ocasión. Y su tercera película es un intento de contar cómo fue salvada.

Todo está perdonado (2007)