La vie en rose El recuerdo de Edith Piaf

Quand il me prend dans ses bras, il me parle tout bas, je vois la vie en rose…

- Carlos Jesus Gonzalez

Corría 1945 y la más terrible pesadilla que había sufrido el mundo finalmente comenzaba a agotarse. Europa había corrido con la peor suerte y Francia era un ejemplo inequívoco de la desgracia. Dividida entre los que simpatizaron con el régimen de Hitler, y los que dieron la piel por La Résistance, la nación hacía lo imposible por recuperarse de su impulso fratricida. Allí, en esa Francia tullida, en medio de esas calles y esos burdeles de olores infames, una criaturita de dientes de muralla y ojos batracios inspiró al pueblo galo como no lo había hecho ninguna mujer desde Juana de Arco. A diferencia de esta última, sin embargo, Édith Piaf no contaba con mayor inspiración divina que la ofrecida por los baños de coñac y tabaco que se daba y los continuos desamores que hacían pedazos una y otra vez a su ingenuo corazón.