VERDUN Chocolate, licor y futbol

Mi nombre es Victoire. Soy del noreste de Francia y también soy norteafricana, de una etnia indígena bastante remota en la montaña de Argelia. Nací en Francia en el campo de batalla más grande de la historia humana, el cual jamás significó victoria. Y mi lado árabe no es árabe, sino culturalmente oriental. Vengo de dos líneas de familias rurales y mis antepasados fueron líderes y caciques. En mi ADN está tallado un sentido de beligerancia, pero también un gusto por el conflicto cuyo resultado final es la persecución.

- Victoire Sidhoum

Sin embargo, el símbolo de nuestra bandera es el Hombre Libre.Eso está en mi lado norteafricano.Ahí ha habido una guerra que callamos de los dos lados, porque todos tenemos las manos manchadas de sangre, pero esa es otra historia.

La bandera francesa tiene tres franjas, dos de ellas representan a la realeza (bastante irónico para un país que decapitó a su rey); mientras la última, roja, la sangre de su gente que riega los campos, como dice nuestro himno. Bueno, la sangre derramada es en teoría de los enemigos, pero el pasado de mi ciudad natal muestra que no es precisamente así.

Todo este despliegue de líquidos corporales impregnando la tierra de mi lugar de nacimiento me ha producido una sensación recurrente de ansiedad. Solía sentir que vivía en una suerte de penumbra permanentemente. ¿Sería el clima nublado? ¿Las miles de tumbas pavimentando los paisajes? ¿La sensación persistente de que la muerte existe más que la vida en cualquier parte? Durante la Primera Guerra Mundial la mayoría de los cuerpos de los caídos no fueron devueltos a sus países de origen; una gran parte fue enterrada en campos de batalla y áreas circundantes. La sensación de vivir sobre una fosa común no era sólo un sentimiento, sino una realidad. Soy de Verdún, y en una decisión absolutamente caprichosa mis padres decidieron llamarme Victoria.