LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA DE COMPLEJOS Y PREJUICIOS

FERNANDO FRANCO ESTRENA SU TERCER LARGOMETRAJE COMO DIRECTOR, UN RETRATO DEL DESEO DE INTIMIDAD Y EMANCIPACIÓN

-  IRENE CRESPO

De izquierda a derecha: Valèria Sorolla y Telmo Irureta, protagonistas de La consagración de la primavera.

EL TÍTULO del ballet de Stravinsky, La consagración de la primavera, le sirve a Fernando Franco para hablar del momento caótico de encontrarse a una misma, definirse, florecer. En su tercer largometraje como director, tras La herida (2013) y Morir (2017), sigue a Laura (Valèria Sorolla) en su llegada a Madrid a estudiar Química desde un pueblecito mallorquín. Sus padres, católicos y temerosos, la han metido en un colegio mayor al que sus compañeros llaman convento. Ella, en la inmensidad de la ciudad, parece perdida, pero está decidida a encontrarse. "La emancipación, el abandono del nido y la consolidación de una personalidad propia" son los temas principales que recorren el viaje de Laura.