IT’S THE FINAL COUNTDOWN

JAMES GUNN Y SUS GUARDIANES TIÑEN DE COLORES LA GALAXIA POR ÚLTIMA VEZ, CON ADAM WARLOCK A LA ZAGA. LOS ECHAREMOS DE MENOS, EN ESTE UNIVERSO Y EN TODOS

- Janire Zurbano

Qué lejos queda Misuri. En pleno Medio Oeste, conocimos hace casi una década a un niño con el ojo morado, camisa a cuadros y pegado a sus auriculares, huyendo del hospital tras la muerte de su madre. Era un jovencísimo Peter Quill (Chris Pratt), a punto de ser abducido por una nave espacial. En pocos segundos, James Gunn daba un salto temporal de 26 años para pasar del melodrama familiar al disparate cósmico desde un planeta deshabitado llamado Morag, donde un hombre en busca de un orbe le daba al play de su walkman. Volvía a ser Peter Quill, ya adulto, bailando y cantando, alien en mano, al son de Come and Get Your Love, de Redbone. El cine de capas y mallas acababa de cambiar para siempre.

Nueve años después, todo suena a despedida en Guardianes de la galaxia: Volumen 3. Todo desprende nostalgia, melancolía, congoja. La saga espacial llegó por sorpresa, pero pronto se convirtió en nuestra mejor amiga dentro del prolífico MCU, un lugar seguro para el inadaptado que todos llevamos dentro, la compañía que siempre nos hace sentir mejor. Gunn afronta esta despedida consciente de que la tercera entrega de cualquier trilogía es complicada, el clímax que tiene que estar a la altura. Sumémosle a eso más presión al tratarse de su adiós a Marvel antes de ponerse al frente del universo compartido de DC y añadámosle salseo recordando que se trata de un final de ciclo que casi no se produce. En verano de 2018, Disney despedía al cineasta tras el reflote de unos tuits antiguos en los que Gunn hacía bromas en torno a la pederastia y violaciones. Afortunadamente, la Casa del Ratón daría marcha atrás en su drástica decisión y volvería a poner los mandos de esta nave en manos del director.