Menú por dos – Bon Vivant en la CDMX

El servicio y la gastronomía clásicos franceses de siempre.

- Texto Raquel Del Castillo. Foto Román Gómez

LUIS GÁLVEZ

Durante 42 años, ha hecho de la casa de su abuela un templo gastronómico en el cual habitan el buen gusto y las tradiciones. Bien se sabe que a Les Moustaches se debe ir vestido formalmente por respeto al lugar, a los comensales y a los protocolos de antes, esos que a las nuevas generaciones ya no les tocaron. No sería raro pensar que en la mesa de Gálvez, sobre los manteles blancos se construye la historia de México, pues a este sitio acuden empresarios, políticos, artistas y líderes de opinión que toman decisiones sobre nuestro país.

El veracruzano cuenta que él era un niño inquieto. Su abuela le decía: “Luisito, pórtate bien”. Era común encontrarlo en el patio interior de la casona de los años 20, donde había una fuente y un pequeño jardín con árboles frutales (ahora convertida en la barra y en un salón). Como fiel defensor de su patrimonio, el señor Gálvez debe conservarlo siempre impecable. El buen gusto le viene de casa, pues su familia acostumbraba reunirse los sábados, y aunque se tuviera una cocinera, “la comida que hacía la abuela era siempre más sabrosa”.