¡No Te Cases Con Tu Papá!

¿Pasas de una relación a otra porque nadie te da lo que quieres? ¿Tienes problemas sexuales con tu pareja? ¿Siempre te enamoras (según tú) de imposibles? ¡Cuidado! Puedes estar enamorado de tu mamá (o de tu papá, pues).

- Tere Díaz

Todo amor es un amor anti-guo. Existe una huella enig-mática del pasado que, sin ser conscientes, nos influye, nos condiciona y se recrea o replica en cada amor: la de nuestros papás. Aunque no estamos destinados a repetir permanentemente un mismo patrón, sí nos predispone a buscar y a que nos gusten personas con rasgos de carácter y actitudes que nos recuerdan a ellos. Para bien o para mal.

Sabemos que las relaciones amorosas son la base que sostiene la existencia humana (requerimos cuidados, intercambio, acompañamiento, etc.). En lo que nos equivocamos es en creer que la relación de pareja es el prototipo. No es así: el modelo base del amor se explica gracias a la relación que tenemos con el cuidador primario (mamá, papá, tíos, abuelos). Esta relación temprana es única y total, debido a la dependencia absoluta que tiene el bebé para satisfacer sus necesidades biológicas y afectivas. Así se construye un vínculo con la persona que cumple esos requerimientos, quienquiera que sea. De ese primer vínculo depende el tipo de apego que nos caracteriza y la forma de replicarlo con nuestras parejas.

¿Quién no ha escuchado (o dicho) “Juanita es idéntica a mi mamá”, “Pepe me regaña como si fuera mi papá”? El psicoanálisis encontró la respuesta en dos personajes de las tragedias griegas: Edipo y Electra . Los niños desarrollan de manera simultánea una mezcla de emociones y sentimientos de amor-odio hacia sus padres, desean a uno de sus papás y rivalizan con el otro por conquistar la atención y el amor del primero.

¿Cómo? Sí, si te enamoras de tu mamá, odias a tu papá porque te quita la atención de esa mujer que tanto amas. Más o menos.